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El Charro Mexicano
En la esquina de las calles Reforma y Comonfort estuvo la plaza de toros "Reforma", construida en 1844 y considerada en sus mejores tiempos como uno de los principales cosos del país. Venida a menos, fue derribada por su último propietario en agosto de 1944, para luego convertirse en el cine Coliseo y más adelante en locales comerciales.
La Plaza Reforma fue propiedad de don Celso Gutiérrez Pacheco, su último propietario; personaje leonés de la época, mejor conocido como "El Charro Mexicano", mote que se le quedó luego de fundar la fábrica de cerillos del mismo nombre.
Don Celso Gutiérrez, el Charro Mexicano.
De origen muy humilde, logro acomodarse entre la rica burguesía leonesa cultivándose y estudiando en el seminario.
Nos cuenta don Federico Pohls en sus "Añoranzas y recuerdos de León": "Hombre vivo y sagaz, con una natural y despierta inteligencia, trato de cultivarse, absorbiendo libros y más libros, para conseguir su ambicionada meta: llegar a ser filósofo. Si no lo fue en esencia por falta de cimientos, seguramente lo era ya en potencia. Vivió como a él solo le convino, jamás halagó y se rió de las críticas ajenas cuando quiso ser sabio, orador, escritor y cuanto pudo.
Editaba don Celso un periódico de escasas dimensiones titulado "La Chispa", que le servía como vehículo publicitario para sus arranques líricos y para sus personales desahogos. La citada "Chispa", veía la luz pública en contadas ocasiones y sin ninguna formalidad, cosa previamente advertida por el editor, pues en el indicador del periódico, decía: Condiciones: "La Chispa" se publicará cuando se antoje. Precio del ejemplar un centavo".
Editaba don Celso un periódico de escasas dimensiones titulado "La Chispa", que le servía como vehículo publicitario para sus arranques líricos y para sus personales desahogos. La citada "Chispa", veía la luz pública en contadas ocasiones y sin ninguna formalidad, cosa previamente advertida por el editor, pues en el indicador del periódico, decía: Condiciones: "La Chispa" se publicará cuando se antoje. Precio del ejemplar un centavo".
Tenía "El Charro" un valor civil a toda prueba, lo que le ocasionó no pocos disgustos con el gobierno, sobre todo durante la Revolución. En la plaza de toros de su propiedad mandó pintar en una de las paredes del palco de la autoridad un rótulo que decía: "Muestra señales de imbecilidad el que da disposiciones que no puede hacer cumplir", lo que da idea del valor a que antes nos referíamos y del infinito desprecio que don Celso sentía por los mediocres y los débiles.
Su inteligencia sólo era equiparable a sus celos, pues cuidaba a sus seis hijas, apodadas "Las Charritas", como únicamente sabe hacerlo un verdadero macho alfa, aunque logró casarlas con buenos hombres.
Algunos de sus pensamientos, que, como él decía, dejaba al mundo en señal de su paso eran:
"La mayor desgracia del hombre consiste en no saber serlo".
"El uso de la recta razón y la libertad, revelan la dignidad del hombre".
"El que mendiga la justicia, esparce la simiente de la tiranía".
"Si eres falso, a tu enemistad preferiré tu indiferencia, pero jamás querré tu amistad".
"La superioridad se siente, no se impone".
"Es imposible a los esclavos entender y estimar el lenguaje y proceder de los libres".
La plaza de toros Reforma en los años 30's.
El 21 de abril de 1914 un buque de guerra norteamericano cañoneó el puerto de Veracruz y un escuadrón desembarcó invadiendo territorio mexicano.
En todo el país se llevaron a cabo manifestaciones patrióticas apoyando al gobierno de Huerta. En León, la ciudad entera se lanzó a la calle en son de protesta. Cuando la multitud salía de la plaza por la Avenida Madero, fue detenida por el "Charro Mexicano", quien vivía en la segunda cuadra de esa calle, entre Hermanos Aldama y Gante.
Desde uno de los balcones de su casa, don Celso se dirigió al pueblo con una arenga emotiva, patriótica y candente: "¡Amigos… una piara de cerdos gringos desembarcó en Veracruz hollando nuestro sagrado suelo. Su asquerosa bandera de forro de colchón ondea en nuestra patria. Desde este momento se acabaron los Huertas, Carranzas, Villas, Zapatas, para quedar solo… mexicanos!
En León, como en todo México, se formaron cuerpos de voluntarios para la guerra. Jóvenes y adultos se presentaron y comenzaron a recibir diariamente instrucción militar y de manejo de armas.
Tan animosos y entusiasmados estaban aquellos voluntarios leoneses para la guerra, que la hubieran querido seguir por su cuenta cuando se les notificó que se había alcanzado la paz con el vecino del norte y se suspendieron los entrenamientos.
"En medio de sus defectos -¿Qué humano no los tiene?- poseía don Celso grandes cualidades, siendo la que más admiré en él, su valor para la vida y confianza en sí mismo. A pesar de la gran diferencia de edades, don Celso me distinguió con su amistad, estimada por mí en lo que valía". Escribe don Federico Pohls.
Don Celso falleció en León el 23 de abril de 1945, víctima de un cáncer.
En esta casa de la calle Madero vivió don Celso Gutiérrez, el Charro Mexicano.
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