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El paso de Venus
Durante la segunda quincena del mes de noviembre de 1882, todos los días fue un subir y bajar de mulas con materiales de construcción rumbo al cerro de El Calvario.
No era para menos, en diciembre llegarían a León varias delegaciones de científicos gringos, invitados por el gobierno mexicano para admirar el tránsito que realizaría el planeta venus frente al sol; para lo cual se construía una explanada en la parte sur del atrio del templo, donde los astrónomos colocarían sus telescopios y cámaras fotográficas.
El fenómeno comenzaría–según cálculos científicamente obtenidos- a la una de la tarde del miércoles 6 de diciembre.
"Personas de todas las clases sociales comentaban a su sabor este acontecimiento –Narra don Vicente González del Castillo-, y todos inquirían sí ellos también podrían admirar el fenómeno, ya que los enterados aseguraban que eso volvería a ocurrir hasta el 7 de junio de 2004 (…) cuando ya no habría un solo leonés, de los de entonces, que tuviera vida.
El templo de El Calvario.
Llegó el esperado –por muchos ignorantes temido- día 6, y una multitud de curiosos fue desde temprano al cerro de El Calvario, por más que bien sabían que lo único que habrían de ver, sería a los hombres de ciencia allí congregados con sus respectivos aparatos de observación y sus libretas de apuntes".
Algunos se prepararon ahumando cristales para ver el sol sin peligro de quedar ciegos, y grande fue el alboroto por las calles cuando una bolita negra apareció del lado izquierdo del disco solar.
"¡Préstame el vidrio!", rogaban todos mirando al cielo… excepto un joven llamado José María Rodríguez, que recargada la espalda contra una de las esquinas que formaban las calles Real de Lagos y Juego de Barras (Hoy Hidalgo y López Mateos) atisbaba hacía el horizonte de las cuatro calles que se cruzaban, indiferente a la algarabía que provocaba el fenómeno astronómico.
Al día siguiente lo vieron en la misma esquina a la misma hora, y al día siguiente, y al siguiente… y así llegó 1883, cuando pusieron en renta el localito comercial en el que se recargaba a diario. En él, José María estableció una modesta miscelánea que el mismo atendía y a la que llamó "El Paso de Venus". Todo mundo pensó que fue en conmemoración de aquel acontecimiento sideral.
Diecisiete años después, para celebrar la última noche del Siglo XIX, la familia del general Loreto Segovia –propietaria del edificio donde estaba la tienda del ya no tan joven José María- organizó una fiesta de fin de año. Uno de los asistentes bajó por la noche a comprarle cigarrillos, y como ya andaba con sus copas adentro le comentó: "Hace ya mucho que pasó venus por el sol… ya ni quien se acuerde. ¿Por qué no le cambia el nombre a su tienda?
-No fue por aquello que la nombre "El paso de Venus" –le contestó. Sino por una muchachita que pasaba por aquí todos los días, de la que me enamoré y que nunca supe su nombre… pero que así apodé porque a partir de aquel día nunca más volví a verla, aunque aquí sigo esperándola.
El 5 de diciembre de 1963 el edificio donde se encontraba la tiendita fue derribado al comenzar a construirse el Boulevard Adolfo López Mateos. En su lugar se levantó el edificio que hoy ocupa el banco Santander, contra esquina del hospital Aranda de la Parra.
A lo largo del país, varias tiendas y negocios adoptaron el nombre de "El paso de Venus".
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