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El zoológico humano

En diciembre de 1906 comenzó a anunciarse que en enero llegaría a la ciudad de León el circo número uno del mundo: El Gran Circo Alemán de Carl Hagenbeck, el cual acababa de terminar una larga y exitosa temporada en la Ciudad de México. Se contaba que el mismísimo presidente de la república, don Porfirio Díaz, había asistido en varias ocasiones a admirar sus exposiciones y espectáculos, quedando gratamente impresionado.
Y así sucedió… la madrugada del miércoles 2 de enero de 1907, un largo tren se detuvo en la lejana estación. De sus vagones bajaron todo tipo de triques y en los terrenos de enfrente comenzaron a armar las enormes carpas donde se presentarían los espectáculos de animales y su principal atracción: ¡El zoológico humano!
¿Zoológico humano? Se preguntaban unos a otros los leoneses en cuanto colgaron los carteles del circo en los portales de la plaza.
Carl Hagenbeck, además de domador y director de circo, era famoso por comerciar y adiestrar animales exóticos. Para conseguirlos, realizaba expediciones a países lejanos con la ayuda de cazadores profesionales.

Pero un día el tráfico de animales sufrió una grave crisis que obligó a Hagenbeck a inventar nuevas atracciones para un público ávido de cosas extrañas. Dado el interés que en esa época despertaban los estudios etnográficos, el cazador pensó en crear “zoológicos humanos” que mostraran a poblaciones exóticas en su “hábitat natural”. En 1874 montó una exhibición itinerante en la que mostraba a grupos de hombres, mujeres y niños samoanos y lapones, con sus vestidos tradicionales y cierta escenografía que pretendía remedar su forma de vida original.
Fue tal su éxito que en 1876 envía a uno de sus agentes al Sudán egipcio para realizar una expedición de caza y captura de nativos nubios. Su atracción obtuvo un éxito inmediato y fue presentada en diversas capitales europeas, como París, Berlín y Londres. En 1882 raptó a docenas de hombres, mujeres y niños de tribus de Tierra del Fuego.
Estas exhibiciones, que hoy nos parecerían una monstruosidad contra los más básicos derechos humanos, eran consideradas “normales” en aquella época, así que todos los leoneses salían muy complacidos de las funciones que se hacían durante aquellas frías tardes y noches.
La gira por el territorio nacional de El Gran Circo Alemán llegó a su fin cuando los nativos exhibidos comenzaron a infectarse de las enfermedades propias de los mexicanos y muchos de ellos murieron.
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