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Hágase la luz...
María de la Cruz Labarthe, en su libro "León entre dos inundaciones" escribe que "los primeros planes para instalar en León una planta que produjera energía eléctrica se hicieron en la última década del siglo XIX; por entonces en un periódico local -llamado El Pueblo Católico- aparecía el rumor de que se estaban haciendo los preparativos para establecer el alumbrado eléctrico". Era verdad, pues en 1895 el ayuntamiento ya estudiaba las proposiciones de algunas compañías nacionales y extranjeras para instalar focos incandescentes que iluminaran las calles, pero antes hacía falta una planta generadora de fluido eléctrico.
Pasaron dos años, entonces el señor Rafael Portillo, uno de los propietarios de la fábrica de hilos "La Americana", con su propio dinero instaló la primera planta eléctrica, la cual estaba situada en la calle Real de Guanajuato (hoy Madero). Don Carlos Navarro, cronista de la ciudad, asegura en su obra "Así era León", que "la nuestra fue la primera ciudad de México con una planta de este tipo. Los trabajos para la instalación de postes y tendido de alambres comenzaron en las calles y luego continuaron en algunas pocas casas, pues no todos quisieron arriesgarse a participar en un experimento que no acababan de entender". Eso sí, en todo León no se hablaba de otro asunto. "Era cosa superior a nuestro entendimiento -escribe Don Federico Pöhls- los trabajos en las calles progresaban a la par que nuestra impaciencia (...) alambres y más alambres en las paredes, bajando al final del centro del cielo raso del zaguán, la sala, el comedor, un hilo del que pendía un bombillo de vidrio con filamento negro, que, según decían, daría más luz que nuestros grandes quinqués y candiles de petróleo. Llegó el gran día (...) los chicos tendidos en el suelo, sobre el tapete, boca arriba, y viendo el foco en espera del milagro (...) silencio impresionante y... la luz triunfadora borró la penumbra (...) gritos de asombro. Alegría de todos. Carreras de un lado para otro mirando los distintos focos encendidos. La calma va volviendo y entonces mi padre, armándose de valor, quiere experimentar con una de las lámparas, apagarla para ver si se enciende nuevamente.
-¡Ten mucho cuidado! -se oía recomendar-, no te vaya a pasar algo.
La impresión estaba en su apogeo cuando recibimos la visita de don Rafael Portillo (...) el hombre que, orgulloso de su hazaña, pasaba por las casas de todos sus amigos. Abrazos efusivos y felicitaciones para don Rafael, que seguramente en esos momentos se sentía como el mismísimo Tomás A. Edison."
-¡Ten mucho cuidado! -se oía recomendar-, no te vaya a pasar algo.
La impresión estaba en su apogeo cuando recibimos la visita de don Rafael Portillo (...) el hombre que, orgulloso de su hazaña, pasaba por las casas de todos sus amigos. Abrazos efusivos y felicitaciones para don Rafael, que seguramente en esos momentos se sentía como el mismísimo Tomás A. Edison."
Don Rafael Portillo, pionero de la luz eléctrica en León.
Lo anterior ocurrió el 17 de diciembre de 1897 a las 19:30 horas. Los encargados de bajar la palanca que hizo funcionar la planta de luz fueron el gobernador del estado, Joaquín Obregón y el propio señor Portillo. El acontecimiento se celebró con toque de sirena, serenata en la plaza principal y un banquete que se sirvió al día siguiente; pero fue hasta 1904, durante la jefatura política del ya mencionado don Archibaldo Guedea, que se introdujo la energía eléctrica para todos en general, pues se pudo traer de una planta que existía en el Duero, Michoacán. Se instalaron los postes de hierro en las calles y un año después se firmó un contrato con el señor Oscar Braniff para el servicio de alumbrado. La empresa Central Mexico Light and Power proveniente de Nueva York comenzó a ampliar la red en mayo de 1910.
Para septiembre de ese año, cuando se conmemoró el centenario de la independencia, la ciudad fue iluminada por más de 3,000 focos que se colocaron en los principales edificios, pero sobre todo en la Casa Municipal y en la Catedral.
Plaza Principal, iluminada con luz eléctrica después de la lluvia. Años de 1930...
Años después la Guanajuato Light and Power fue la empresa encargada de suministrar energía eléctrica a domicilio, la cual tenía un costo de 6 centavos por suscripción, 75 centavos por lámpara de 40 vatios, $1.35 por las de 100 vatios y $8 pesos mensuales por cada hp.
"Se abría la página de una nueva era histórica –escribe don Mariano González Leal-. Nombres novedosos, verdaderos neologismos que los puristas del idioma se negaban a admitir como palabras de uso común: luz eléctrica, teléfono, automóvil… ¡Qué diferencia –decían nuestras bisabuelas- con el señorío de los tiros de caballos! ¡Cómo substituirlos con esos extraños aparatos sin clase y sin distinción alguna!".
Calle Madero de noche, 1963.
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