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Juan Gordillo

En la colonia Las Trojes existe una callecita que se llama Juan Gordillo, un personaje importante que vivió en la Villa de León hace cuatro siglos y medio.
Don Juan no nació de este lado del Océano Atlántico, sino en España, un reino que por aquellos tiempos andaba arrebatando sus tierras a los indios del “Nuevo Mundo” y encomendándoselos a los aventureros que se animaran a viajar hasta acá y ayudaran en la guerra contra los chichimecas.
A Gordillo le pareció buena idea venir y enriquecerse con el sudor de su frente. Sus padres ya habían muerto, no tenía más parientes y era soltero; además de joven, inculto… y muy pobre.
“Sabedor de que en el ahora llamado Bajío podían obtenerse terrenos laborables, hizo las gestiones pertinentes, y sin mucho esperar, alcanzó que se le hiciera merced de una estancia de ganado mayor”. –Nos cuenta don Vicente González del Castillo en sus leyendas.
Ya viviendo en estas tierras, Juan fue de los que en 1575 firmaron la petición que se le hizo al virrey para que se fundara una villa y de los que se comprometió a vivir en ella por lo menos durante diez años, convirtiéndose así en uno de sus fundadores.

Pasó el tiempo, luchó contra los indios y con tesón inquebrantable llegó a ser uno de los pobladores que poseían más tierras, huertas, ganado y casas; se hizo rico, pues… pero como nunca le atrajo la vida matrimonial ni quería regresar a España, decidió que lo suyo era meterse de monje, por lo que fue a hablar con el guardián del convento de San Francisco.
Pero Gordillo era analfabeta, y a pesar de ser muy adinerado, su posición en la sociedad de la época no le permitía tomar las órdenes. Sin embargo todo se logró arreglar en 1596 -siguiendo el consejo de un escribano- cuando otorgó en donación a los sacerdotes franciscanos la mayor parte de sus riquezas.
De esta manera le permitieron ser “el más humilde de sus siervos”: llevar y traer recados, encargarse del jardín y el huerto, servir la mesa de la cocina y lavar los platos.
“Sin embargo Juan Gordillo no quedó del todo satisfecho, pues a él no le llamaban “fraile” como a los demás, y eso ponía en su ánimo una gotita de pesadumbre –Continúa narrando don Vicente-. Para evitar tal amargura, fue a tomar consejo del escribano, y éste le puso en claro, que sólo que hiciera testamento en favor del monasterio, sería y le llamarían fraile donado”.
Escribió pues testamento heredando todos sus bienes a la iglesia, pero cuando se encontraba el escribano haciendo el acta, descubrió que los padres de don Juan eran Gonzálo Martín de Usague y Catalina de Martín. ¿De dónde saca usted el apellido Gordillo? –Le preguntó.
“Por respetuoso recuerdo. Así llamaban a mi señora madre: Catalina, la gordilla; y así me llamo y quiero seguir llamándome: Juan Gordillo”… Y así pasó a la historia de León.
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