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La batalla de La Trinidad
Durante mayo y junio de 1915, las fuerzas de ambos bandos escenificaron en los llanos de León las batallas que a la postre definirían su suerte, siendo la más emblemática la ocurrida en la Estación de La Trinidad.
Obregón seleccionó a su infantería para formar una línea desde Santa Ana del Conde hasta Otates, y el 8 de mayo ordenó que las caballerías atacaran los cerros de La Capilla y La Cruz. Después de cuatro días de cañoneo, el 12 de mayo, la caballería de Villa, con ocho mil jinetes, atacó hacia el centro de la defensa obregonista, que bien aguantó los embates de los "Dorados".
Las fuerzas del Centauro del Norte retrocedieron a León después de un enésimo asalto y dejaron el campo sembrado con numerosos jinetes y caballos muertos en los ataques infructuosos.
Pasaron los días y el 21 de mayo Villa recibió ocho mil hombres de refuerzo, con los cuales emprendió una violenta ofensiva al amanecer del día 22; pero de nuevo hubo de tocar retirada luego de cuatro horas.
Las acciones continuaban niveladas para uno y otro bando. Villa quería apoderarse de Santa del Conde a toda costa, por ello se instaló en Duarte desde la mañana del 2 de junio y ordenó a su general Ángeles que los cañoneara la madrugada del día siguiente.
Durante mayo y junio de 1915, las fuerzas de ambos bandos escenificaron en los llanos de León las batallas que a la postre definirían su suerte, siendo la más emblemática la ocurrida en la Estación de La Trinidad.
Ángeles comenzó el cañoneo ya entrada la mañana debido a la oscuridad. El general Obregón, al darse cuenta de las maniobras, viendo que el ataque se iba a dirigir sobre el casco de la hacienda, abandonó su posición de observador del campo de batalla y se dirigió a sus trincheras, cuando cerca del grupo donde combatía, estalló una granada que le voló el brazo derecho. Herido y creyendo en su inminente muerte intentó suicidarse, pero fue impedido por su gente, quienes lo trasladaron al cuartel general de La Trinidad.
Los dos ejércitos, cansados de combatir después de tres semanas de actividad en esos campos, comenzaron a desesperarse.
Fue así que, enardecidos de pronto, los obregonistas decidieron terminar con el enemigo que se replegaba hacia León en forma desorganizada.
Pancho Villa, al sentirse derrotado y humillado, se fue a Aguascalientes, abandonando gran cantidad de armas y municiones almacenadas en León y que muy poco había utilizado.
Una vez que las tropas del Centauro del Norte abandonaron la ciudad, las fuerzas constitucionalistas ordenaron el regreso de los poderes a la ciudad de Guanajuato, dando así por terminado el breve capítulo en el que León fue capital del estado.
"Del triunfo de Obregón en Santa Ana del Conde da cuenta un muy humilde busto de bronce del general montado sobre una columna colocada en el centro de lo que sería la plaza principal de esta comunidad rural. –Nos cuenta Luis Alegre Vega en "León, cinco siglos contra viento y marea- De aquellos cañonazos quedan huellas todavía en el molino y en el chacuaco de la ex hacienda, así como los rastros de metralla en las paredes de las casas más viejas.
Años atrás, un basamento con una placa que se robaron, señalaba el punto exacto donde el jueves 3 de junio de 1915 había perdido un brazo el futuro presidente Álvaro Obregón, quien por cierto, años después pasó por este mismo lugar para recordar aquellos días. Solo los más viejos saben qué es esa aparente mojonera de cemento y ladrillo perdida hoy entre matorrales y basura".
Años atrás, un basamento con una placa que se robaron, señalaba el punto exacto donde el jueves 3 de junio de 1915 había perdido un brazo el futuro presidente Álvaro Obregón, quien por cierto, años después pasó por este mismo lugar para recordar aquellos días. Solo los más viejos saben qué es esa aparente mojonera de cemento y ladrillo perdida hoy entre matorrales y basura".
Los generales Hill, Diéguez y Obregón en el campo de batalla de León.
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