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El primer vuelo en globo
Los hermanos de origen francés Joseph y Etienne Montgolfier inician los primeros experimentos para volar en globo hacia 1782, aunque fue hasta el 21 de noviembre de 1783 que el marqués de Arlandes y Pilatre de Rozier realizó el primer viaje volando alrededor de ocho kilómetros sobre la ciudad de París a una altura de mil metros durante 25 minutos.
En México el primer vuelo fue realizado por José María Alfaro en Xalapa en 1784, y en Guanajuato fue don Benito León Acosta, quien en 1842 (para celebrar los 60 años de aquellas primeras ascensiones en París), con un globo de manufactura nacional, intentó viajar de la ciudad de Guanajuato a Dolores Hidalgo aunque sin lograrlo.
El político e historiador guanajuatense, Fulgencio Vargas, en su libro "Guanajuatenses de vida prócer y humilde", afirma que aquella primera ascensión aerostática de don Benito la realizó el 3 de abril de 1842, en la plaza de toros de San Pablo, a la edad de 23 años, lo cual le mereció la felicitación del entonces presidente Santa Anna. El joven León Acosta a partir de este momento gozó de gran fama, abandonó sus estudios en el Colegio de Minería, y el Ministerio de Relaciones y Gobernación le concedió el privilegio por tres años, para que sólo él pudiera hacer ascensiones en la República Mexicana.
Seis años después de hacerse famoso y de volar sus aparatos por todo el país y el extranjero, es que don Benito es invitado a la ciudad de León por el entonces jefe político de la ciudad, don José María Ruiz, para realizar una ascensión aerostática desde la Plaza Principal.
El acontecimiento es anunciado con bombo y platillo por toda la ciudad y pueblos cercanos, como San Francisco del Rincón, Lagos de Moreno, Silao y hasta Irapuato.
A don Benito se le recibe como todo un personaje y es agasajado con una cena y baile en la residencia de los Condes de la Presa de Jalpa, doña María Manuela y don Pedro de Cevallos.
La mañana siguiente, un domingo de 1848 (se desconoce la fecha precisa), la Plaza Principal de León lucía abarrotada desde temprana hora. Por aquel entonces no existían aún los árboles y jardines que plantarían los soldados franceses a mediados de la década de 1860. En medio de la plaza se delimitaba un círculo al que no podía acceder el público, desde donde sería inflado y lanzado el artefacto.
Don Benito utilizaba un globo de seda engomada impermeable, inflado con hidrógeno, amarrado dentro de una red de la que colgaba una canastilla. Era peligroso llenar el globo y más aún volarlo, pues cualquier chispa o llama lo podría hacer explotar.
La banda municipal de música entonó unas fanfarrias y los pesados sacos de arena que lo mantenían en tierra fueron desamarrados. En medio de aplausos, vivas y vítores, el globo ascendió lentamente, pero al llegar a poco más de 100 metros de altura, una ráfaga de aire comenzó a arrastrarlo violentamente hacía el noroeste. Pronto se perdió de vista y la gente, con el Jesús en la boca, se preguntaba qué sucedería con el globo y el tripulante.
Don Benito lo contaría después… sucede que llegó a las faldas del Cerro Gordo, donde pudo lanzar una cuerda y atrapar un huizache que le sirvió de ancla. Lentamente hizo descender el globo y fue llevado de regreso a la ciudad por unos jinetes de la Hacienda del Refugio que extrañados lo vieron caer del cielo.
Se sabe que don Benito León Acosta murió a la edad de 66 años en su casa de la calle Mirador de la Alameda Número 3, en la Ciudad de México.
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