Vaya al Contenido
Rumbo al nuevo siglo
Finalizando el siglo XIX era "la ciudad de León una población verdaderamente señorial, donde se hermanaban con verdadera estética la fincas neoclásicas de principios de siglo con las viejas construcciones virreinales (…) La ciudad no había sido aún pavimentada y en consecuencia su clima era menos cálido que el actual; los pisos, de ladrillo de barro o de cantera, y la gran cantidad de huertos que había en las casas, permitía las transminación de la humedad evitando que el salitre, al subir por las paredes, destruyera las canteras y el material de construcción, al mismo tiempo que daban frescura a la población.
Todas las casas, virreinales y ochocentistas, tenían corredores con arcos: uno, al menos, que daba su sombre generosa sobre parte del patio, en el que solía haber uno o dos árboles en arriates de adobe, en las fincas virreinales; y piso de ladrillo, entre cuyas junturas crecían hierbecillas silvestres que embellecían el conjunto. Las casas tenían macetas, muchas macetas, llenas de plantas y flores multicolores; pájaros, y en muchas ocasiones, pozo o pila llena de aguas lamosas y de peces encarnados. Los techos eran altos, muy altos, de viga y tejamanil; y la ciudad era, generalmente, uniforme en sus construcciones.
Las casas solían tener dos patios; muchas veces, el segundo era transformado en huerta: allí higueras, chayotes, papayas y cítricos, plantados en tiempo inmemorial, transformaban el espacio en un pequeño bosque, donde la yedra del campo, en tiempos de lluvias, manchaba turquí las paredes coronadas de bugambilia
Todas las casas, virreinales y ochocentistas, tenían corredores con arcos: uno, al menos, que daba su sombre generosa sobre parte del patio, en el que solía haber uno o dos árboles en arriates de adobe, en las fincas virreinales; y piso de ladrillo, entre cuyas junturas crecían hierbecillas silvestres que embellecían el conjunto. Las casas tenían macetas, muchas macetas, llenas de plantas y flores multicolores; pájaros, y en muchas ocasiones, pozo o pila llena de aguas lamosas y de peces encarnados. Los techos eran altos, muy altos, de viga y tejamanil; y la ciudad era, generalmente, uniforme en sus construcciones.
Las casas solían tener dos patios; muchas veces, el segundo era transformado en huerta: allí higueras, chayotes, papayas y cítricos, plantados en tiempo inmemorial, transformaban el espacio en un pequeño bosque, donde la yedra del campo, en tiempos de lluvias, manchaba turquí las paredes coronadas de bugambilia". Describe don Mariano González Leal en "León, trayectoria y destino".
Finalizando el siglo XIX era la ciudad de León una población verdaderamente señorial, donde se hermanaban con verdadera estética la fincas neoclásicas de principios de siglo con las viejas construcciones virreinales.
En una quinta denominada "Belén", propiedad de don Ildefonso Portillo, al final de la Calzada, cruzando el Río de los Gómez, el Obispo Sollano colocó la primera piedra de un templo dedicado a Nuestra Señora de la salud, el 3 de mayo de 1885. Un año tardó en terminarlo, pues el 5 de mayo de 1886 estaba concluido y el 7 de julio siguiente se efectuaba la dedicación. La bendición se realizó antes (6 de julio) para que diera comienzo el novenario a la Virgen del Carmen, cuya imagen es una de las más bellas esculturas de que está dotado.
Su torrecita es copia  de las catedralicias y de pueblerino encanto. Se cerró al culto en 1940, al trasladarse a ese sitio el seminario, que la convirtió en su capilla. En los años noventa del siglo XX, los terrenos fueron adquiridos por el actual hotel Hotsson y en el templo se ofician ceremonias privadas.
En 1894, durante la administración política de don Dionicio Catalán, los vecinos se quejaban de la falta de números en las casas, en vista de lo cual el ayuntamiento comisionó a un señor llamado Leopoldo Palacio para que se dedicara a numerar las casas de toda la población. Un año después también se colocaron placas de azulejos en las esquinas con los nombres de las calles.
En una quinta denominada "Belén", propiedad de don Ildefonso Portillo, al final de la Calzada, cruzando el Río de los Gómez, el Obispo Sollano colocó la primera piedra de un templo dedicado a Nuestra Señora de la salud, el 3 de mayo de 1885.
En octubre de 1892 se celebró el cuarto centenario del descubrimiento de América. En todo el país se celebró con verdadera alegría y solemnidad. En sus "Efemérides", don Sóstenes Lira narra:
"1892, 12 de octubre.- Los gobiernos civil y eclesiástico celebran el IV Centenario del descubrimiento de América por el gran Almirante Cristóbal Colón.
A las 5 am, un repique general, las músicas, salvas y cohetes saludaron la aurora de este día, y el Pabellón Nacional ostentaba sus hermosos colores en los edificios públicos.
La ciudad ricamente engalanada, nos recordaba el 20 de enero de 1876, fecha en que celebró el III Centenario de su Fundación.
A las 10 am, la Comitiva Oficial se dirigió al malecón del río y colocó en el obelisco Norte del puente del Coecillo una placa conmemorativa en la que se leía la siguiente inscripción, grabada con letras de oro:
"Paseo Colón, octubre 12 de 1892".
El Sr. Lic. D. Jorge Cañedo, Asesor de la Séptima Zona Militar, pronunció en la tribuna una muy digna reminiscencia histórica alusiva a la fiesta, que le valió nutridos aplausos.
A la misma hora, en la hermosa Catedral se celebraba una Misa solemne, en la que después del Evangelio ocupó la cátedra el notable orador sagrado, Sr. Prebendado don Manuel Alba, recordando en su elocuente discurso los acontecimientos más prominentes del descubrimiento de América, y haciendo resaltar con notable singularidad la figura del inmortal Cristóbal Colón.
Por la tarde la elegante cabalgata salió de la Plaza de la Constitución para recorrer las calles de Guanajuato hasta la del 16 de septiembre, siguiendo por esta para tomar la del Progreso y voltear por la de Pachecos, al punto de partida.
La descubierta la formaban un piquete de gendarmes bien equipados y montados; luego una banda, después un carro representando la carabela Santa María, en cuya cubierta, convenientemente ordenados, se veían los personajes siguientes: el Almirante Colón, los hermanos Pinzón, Fray Juan Pérez, Fray Bartolomé de las Casas, Fray Bernardino Olmedo y Fray Toribio de Benavente.
A continuación del carro, dos heraldos de armas anunciaban con sus trompetas la presencia de Fernando e Isabel, ricamente vestidos; en seguida dos pajes y luego en hermosas cabalgaduras, un gran séquito de hombres grandes, de dos en dos: Gonzalo de Córdoba con el cardenal Jiménez de Cisneros, Diego Colón con Diego de Arana, Vasco de Gama con Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés con Doña Marina, y Francisco Pizarro con Fernando de Magallanes.
La música del 16 batallón, alumnos de la Escuela de Instrucción Secundaria, Ayuntamiento, autoridades y empleados; después del 16 Batallón de riguroso uniforme y una cabalgata de charros terminaba aquella hermosa procesión.
Por la noche toda la ciudad estaba profusamente iluminada.
13 de octubre.- Por la mañana, carreras de caballos en el Paseo de la Calzada, en la tarde, la cabalgata, en el orden indicado, sale por la calle de Lagos y toma la del Progreso, dando vuelta por la de los Ángeles para volver a la de Lagos por la de Juego de Barras, hasta la de Olivos, torciendo por la de Pachecos hasta la Plaza Principal.
En la noche se repite la iluminación y se verifica una elegante Kermesse en la Casa Municipal, cuyos productos se destinaron a la beneficencia."
El 12 de octubre de 1892, en el obelisco Norte del puente del Coecillo, se colocó una placa conmemorativa del cuarto centenario del "Descubrimiento de América".
Por aquellos años tendría lugar un acontecimiento relevante para la historia de la iglesia en la ciudad: el establecimiento de los religiosos de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. El excelentísimo Sr. Barón y Morales brindó todo su apoyo a un grupo de leoneses interesados en que se estableciera en nuestra ciudad la benemérita orden.
En diciembre de 1895 llegaron a León tres sacerdotes y dos hermanos para preparar la nueva fundación. Los recién llegados recibieron para su administración el antiguo templo de "La Compañía Vieja", iglesia de modesta construcción, que se hallaba ubicada en la esquina de las actuales calles de Álvaro Obregón y 20 de Enero. Para que habitasen los integrantes de la naciente comunidad leonesa, las señoritas Concepción y Refugio Tejada León les cedieron su casa, contigua al templo, que desde entonces fue residencia de los padres Cordimarianos.
En diciembre de 1895 y enero de 1896 se verificaron los trabajos encaminados a la fundación de la archicofradía del Inmaculado Corazón de María, que finalmente se erigió canónicamente el 12 de abril de 1896.
De inmediato los padres Cordimarianos mostraron su incansable actividad y celo apostólico, habiéndose dedicado a obtener, entre la sociedad leonesa, fondos suficientes para levantar otra iglesia en donde se hallaba hasta entonces la vieja "Santa Escuela".
Los maristas habían conseguido un solar al comienzo de la segunda cuadra de Pachecos (5 de Mayo), donde se habló de erigir el nuevo templo, aunque finalmente el nuevo obispo Leopoldo Ruiz y Flores no dio su permiso y se inició la demolición en junio de 1901.
La obra del nuevo templo fue encargada al ingeniero Antonio Madrazo, quien diseñó una iglesia de lineamientos gótico-catalanés, pero al llegar a cierta altura la construcción comenzó a resentirse y los capiteles de las columnas se quebraron. Madrazo se apartó de la obra y don Luis Long realizó algunas modificaciones al proyecto original. Luego de algunas vicisitudes, el templo fue abierto al culto público habiendo pronunciado el primer sermón el padre Fernando María Franco y de la Fuente, el 1 de mayo de 1906. La consagración del templo se verificó el Día de la Asunción, 15 de agosto del mismo año.
Su torre, aunque se terminó en enero de 1906, quedó inconclusa hasta la década de los cincuenta que se le agregó la coronación central en un material diferente a la cantera.
En diciembre de 1895 y enero de 1896 se verificaron los trabajos encaminados a la fundación de la archicofradía del Inmaculado Corazón de María, que finalmente se erigió canónicamente el 12 de abril de 1896.
Sírvase preferir a nuestro
amable patrocinador:
Regreso al contenido