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Construcciones
del Siglo XVIII
Cuando se fundó la Villa de León en el siglo XVI, un arroyo nacía donde se unen las corrientes de los hoy llamados Río de los Gómez y Arroyo del Muerto. "De este desbordamiento se derivaban dos vertientes –Escribe don Gilberto Guerra Mulgado en su obra "León, su fundación y sus túneles"-. La primera transitaba muy probablemente por lo que hoy conocemos como Mercado República y tenía dos bifurcaciones: se desviaba por la calle Libertad, en donde hizo un meandro en el callejón del Codo, para llegar hasta la calle de la Compañía, después Progreso, y hoy Pedro Moreno. La segunda corriente, si se analiza el sentido del trazado de la calles originales a la fundación, se verá que la disparidad en los trazos se debía a las inclinaciones del arroyo; y en este sentido, podemos hablar de otra corriente que se unía al arroyo que transitaba por la calle de la Canal o del Ratón –Melchor Ocampo- en la esquina de Morales, calle de la Paz, y cruzaba por el Barrio Abajo o de San Juan de Dios. Esta corriente realizaba un meandro por la Placita de las Vigas, y tenía como destino la calle Honda, pero ya en el barrio de San Miguel".
Con el paso del tiempo la zona se fue poblando y los vecinos de la hoy calle del Codito construyeron sus casas siguiendo los márgenes del arroyo (que se llamaba del Ratón). Para finales del siglo XVII el arroyo se secó y su cauce fue rellenado para servir como vía de paso… la curva allí quedó hasta nuestros días.
Frente al arroyo, donde en la actualidad hacen esquina Motolinía y Madero, fue que en 1625 se construyó la "Capilla del Señor de la Paz" con el dinero donado por don Marcelino Bravo, quien al morir la dejó a cargo de don Ignacio Villanueva, y este a su vez la dejó a don Miguel Paz Yépez.
Esta capilla fue luego propiedad de doña María del Río, por el año de 1738 y se nombró de aquella manera pues en ese sitio se había concertado la paz entre los jefes de los pueblos indígenas de San Miguel y el Coecillo, que desde muchos años atrás eran rivales.
El tiempo la destruyó, pero fue reedificada por los señores Gordiano Candelas, Francisco Saldívar y Sebastián del Carpio. De tan frágil construcción, para 1875 amenazaba nuevamente arruinarse y entonces se le hizo una reconstrucción casi total.
"El reloj de doble cara que le colocaron en la torrecilla de la esquina data de la primera mitad del siglo pasado y lo construyó José López, un relojero guanajuatense autodidacta que también fabricó los de la parroquia de San Miguel y de la Presidencia Municipal" (Vistas de León, Luis Alegre).
Esta edificación vino a extender hacia el oriente la urbanización de la villa, zona que para entonces comenzó a conocerse como el "Barrio de la Paz".
El Templo de la Paz, ubicado en la esquina de las calles Madero y Motolinía.
Casi ciento cincuenta años habían pasado desde su fundación y ya comenzaba a cambiar el diseño urbano original.
La Plaza Principal se había trazado como un cuadrado perfecto de trescientos sesenta pies por lado. No existía la pequeña manzana donde hoy se encuentra el "Portal Guerrero", así que la plaza daba hasta la calle Belisario Domínguez.
Pero en 1737, el 19 de julio, el alcalde ordinario Joseph Palomino, vecino y mercader de León, le compra al ayuntamiento la parte suroeste de la plaza y el 31 de octubre del mismo año, el ayuntamiento le vende la parte sureste al capitán de infantería don José del Santo Isla. Ambos terrenos tenían una superficie de cincuenta varas de largo por treinta de fondo y daban a la calle antes citada.
El capitán del Santo se compromete a construir unos portales con tiendas abajo y casas habitación arriba, en cambio Palomino no se compromete a poner portales; es así que hasta el Siglo XIX solo hubo portal en una de las mitades, que luego fue conocido como "El Portal de Soto".
El virrey que autorizó esta barbaridad fue don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta.
El Portal Guerrero de la Plaza Principal, tal como lucía en la década de los cuarenta del Siglo XX.
"Por los años de 1740 se fundó en León un beaterio; una institución de recogimiento y enseñanza de mujeres con la regla de las monjas ursulinas, semejante a la de la orden de San Ignacio. Sus reglas se las proporcionaron los jesuitas" (Yo Vivo en León).
Fue creado por los empeños de las hermanas Catalina, María, Francisca y Nicolasa Manrique. "quienes dispusieron su interés de vivir en comunidad, dedicándose a la enseñanza de primeras letras, doctrina cristiana y buenas costumbres de las niñas de la Villa de León, al tiempo que abrieron sus puertas a todas aquellas doncellas que quisiesen vivir de la misma manera que las fundadoras". (León, cinco siglos contra viento y marea)
Oficialmente llamado "de las vírgenes ursulinas" y conocido como "Beaterio del Santo Niño Jesús", fue una institución única en América. Aunque tuvo la protección y tutela de los jesuitas, el instituto nació del interés de leoneses distinguidos y beneméritos.
El instituto se asentó en una casona que pertenecía a don Gaspar Fernández de la Concha, quien la vendió a las fundadoras del beaterio. La casa luego se anexaría al "Templo de los Ángeles". Cargada de historia y tradiciones, la casa fue destruida en la década de los sesenta del Siglo XX para construir en su lugar el espantoso edificio que hoy alberga la "Escuela Secundaria Técnica No. 1"  en la esquina de 20 de enero y Boulevard López Mateos.
"Dieciseis señoras enseñaban a trescientas niñas. Estas mujeres, que sin haber hechos votos religiosos llevaban el hábito de San Ignacio y vivían enclaustradas como monjas, dedicadas a la enseñanza de niñas (…) se sostenían con los donativos particulares y aún con capitales cedidos  por ellas mismas cuando eran herederas de familias pudientes" (León, Trayectoria y Destino).
La fundación del Templo de Nuestra Señora de los Ángeles se la debemos a la generosidad de doña Mariana Caballero de Acuña, quien después de quedar viuda, decide dedicar su fortuna para la realización de obras de caridad, entre ellas la del templo angelino, que comenzó a construirse a mediados de la década de 1780.
También el presbítero Manuel de Ibarra, cura de Silao nacido en León, comisario del Santo Oficio de la Inquisición, cooperó con gruesas sumas a la construcción del templo, así como doña Isabel Urruchúa y Marmolejo, quien regaló dos mil pesos de la época para que se comprasen las primeras vidrieras, amén de otros donativos considerables de terceros, como la señora Portillo viuda de Guedea.
No se sabe desde cuando se le llama templo de Nuestra Señora de Los Ángeles, pues así fue dedicado a una imagen aparecida en México por el siglo XVI, haciéndose una copia para León por devoción de una señora Pérez Quintana.
Su pórtico es barroco, copia del Sagrario Metropolitano y su torrecita fue derribada por un rayo el 9 de septiembre de 1889.
Seguramente el sitio fue escogido por su proximidad al ya mencionado "Beaterio del Santo Niño Jesús", para que sirviera a sus funciones litúrgicas, ya que apenas contaba con una pequeña capilla doméstica.
Antiguo edificio del "Beaterio de las Vírgenes Ursulinas", que se encontraba en la esquina de 20 de Enero y López Mateos, pero que fue destruido para construir la Escuela Prevocacional.
El barroco leonés contó con muchos otros monumentos y edificios dignos de estudio, aunque casi todos fueron destruidos o mutilados durante la segunda mitad del siglo XX; como los templos de La Soledad y La Paz; la casa de la familia Obregón, en la actual esquina de Pedro Moreno y 5 de mayo, que tiene el honor de contar con la única columna salomónica de toda la región; la casa de los condes de la Presa de Jalpa, en la intersección de las calles Pino Suárez y Díaz Mirón; el Mesón de las Delicias, hoy casa de la cultura Diego Rivera y algunas otras fincas diseminadas por el centro, Coecillo, San Miguel, Barrio Arriba y San Juan de Dios.
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