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El conflicto cristero en León
Desde el triunfo de los constitucionalistas, el gobierno comenzó a planear la nacionalización de la Iglesia Católica, pues luego de la promulgación de la Constitución, el 5 de mayo de 1917, los obispos de México protestaban por los artículos 3, 5, 27 y 130; a los que consideraban una farsa, pues la llamada "libertad religiosa" solo servía como pretexto para desaparecer las garantías a los sacerdotes y convertir la religión en un crimen.
Escribe don Rodolfo Herrera Pérez en "León, cinco siglos contra viento y marea": "En 1920, el obispo de León, Emeterio Valverde y Téllez, erigió en el cerro del Cubilete, un modesto monumento a Cristo Rey. Luego, el episcopado mexicano decidió construir un santuario, por considerar que el lugar es el centro geográfico de la República Mexicana. En enero de 1923, se colocó la primera piedra.
El gobierno del general Álvaro Obregón interpretó tal acto como un abierto desafío a la autoridad y flagrante ataque a la Constitución. El día 13 del mismo mes el gobierno acordó que se aplicara a  Ernesto Philipi (delegado apostólico del vaticano) la sanción derivada del artículo 33 constitucional: debería abandonar el país en menos de setenta y dos horas".
El gobierno del general Álvaro Obregón interpretó tal acto como un abierto desafío a la autoridad y flagrante ataque a la Constitución. El día 13 del mismo mes el gobierno acordó que se aplicara a  Ernesto Philipi (delegado apostólico del vaticano) la sanción derivada del artículo 33 constitucional: debería abandonar el país en menos de setenta y dos horas".
En 1925 tomó posesión como presidente de la república el general Plutarco Elías Calles y de inmediato las relaciones entre gobierno e iglesia se agriaron, pues les aplicó el artículo 130 a los curas de origen extranjero y los expulsó del país.
El jaliciense Miguel Palomar Vizacarra, abogado católico, ese mismo año funda una liga cívica con el fin de "detener  al enemigo y reconquistar la libertad religiosa y las demás libertades emanan de ella".
El 2 de julio de 1926 se promulga en el Diario Oficial la llamada "Ley Calles", que impresa en carteles fue pegada en las puertas de las iglesias y que entre otros puntos especificaba que recibirán multa y cárcel quienes ejerzan el ministerio del culto siendo extranjeros, quienes den enseñanza religiosa en las escuelas, quienes usen sotana o las ropas especiales que los caracterizan, quienes critiquen las leyes del país dentro de los templos y aquellos que practiquen cultos religiosos fuera del recinto de las iglesias.
La liga creó un comité de guerra que organizó el levantamiento armado, el cual estalló en Chalchihuites, Zacatecas, cuando un grupo de quiso liberar al párroco del lugar que había sido aprendido. Para 1927 la rebelión se había extendido a Jalisco, Colima, Nayarit, Michoacán, Querétaro y Guanajuato.
Los alzados primero se hicieron llamar "defensores de la fe", luego "libertadores" y terminaron siendo "cristeros". Su gritó de guerra fue: "Viva Cristo Rey".
El 31 de julio de 1926, el obispo Emeterio Valverde y Téllez suspendió el culto público en León, así como la administración de los sacramentos y la predicación en todos los templos de la diócesis. El impacto fue profundo, pues justo el mes anterior la ciudad acababa de sufrir la segunda inundación más desastrosa de su historia.
Los sacerdotes comenzaron a celebrar misas y administrar los sacramentos a escondidas, en domicilios particulares.
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