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Guerrilleros leoneses
El Canica, El Zurdo y El Rata eran los apodos de Francisco Zambrano, Francisco Ontañón y Miguel Carrillo; tres amigos inseparables desde la escuela primaria.
Pasaron los años y cada uno tomó su dirección en la vida. El Rata se fue a trabajar a la ciudad de México, El Zurdo a San Luis Potosí y El Canica fue el único que se quedó en León.
La mañana del domingo 13 de diciembre de 1863, apenas saliendo de misa, Francisco Zambrano tuvo la amarga suerte de ver como los soldados franceses llegaban marchando por la calle Real de Guanajuato (hoy Madero) y tomaban la desierta Plaza Principal, imponiendo la ley marcial.
En los próximos meses, varios leoneses, supuestamente liberales, terminaron en cortes marciales, para luego ser llevados a la plazuela de San Juan de Dios o frente a las tapias del cementerio de San Nicolás para ser fusilados sin piedad.
Nos cuenta don Vicente González del Castillo: "Zambrano, el imaginativo Canica, consumiéndose de odio contra los invasores escribió a sus hermanos de aventuras, invitándolos a venir a su tierra, pintando con vivos colores la necesidad de servir a su patria; les detallaba la manera de formar una guerrilla, para que ellos, conocedores de los vericuetos y escondrijos propios de su tierra, se hartaran –era la palabra empleada- de matar cuantos aborrecidos gabachos se pudiera.
Sin tardanza estuvieron con él los ausentes. Con frases combinaron sus planes, y en corto término capitanearon un arrojado grupo de muchachos decididos a dar todos los malos ratos que posible fuera, a los curros y altaneros soldados de Napoleón el Chiquito".
En las próximas semanas los jóvenes guerrilleros comenzaron a matar soldados a diestra y siniestra, mediante rápidas emboscadas dentro de la ciudad y fuera de ella. Así, desparecían diariamente dos, tres, cuatro o hasta ocho soldados franchutes, que lo último que escuchaban antes de perecer era el grito de: ¡Poquitos, pero muy hombres!
"Los jefes franceses, temerosos de que esa matanza de sus soldados continuara y fuera en aumento, tras deliberar prolijamente sobre la manera de acabar con la escurridiza guerrilla, optaron por el medio de valerse de un traidor – que nunca falta-, y en emboscada hábilmente llevada a remate, tras de sorprender y matar a todos sus acompañantes, hicieron prisioneros a los tres que mandaban la partida". –Finaliza su relato don Vicente González del Castillo.
El 18 de enero de 1864 se les condenó a muerte en juicio sumario, de esta manera, la madrugada del martes 19 fueron llevados al panteón de San Nicolás y colocados contra una pared los valientes jóvenes leoneses Francisco Zambrano, Francisco Ontañón y Miguel Carrillo.
El Canica quedó entre sus dos amigos… los rifles ya los apuntaban cuando gritó: ¡Gabachos… seremos poquitos, pero muy hom…!!! La última sílaba no alcanzó a salir de sus labios, pues fue ahogada por el estruendo de una asesina descarga cerrada.
Pocos meses después la Plaza Principal de León fue bautizada como Plaza Maximiliano de Habsburgo, los soldados franceses plantaron los árboles y jardines que aún hoy vemos y los nombres de los jóvenes héroes leoneses fueron olvidados por la historia.
Los soldados franceses fueron quienes diseñaron el jardín principal y plantaron los árboles que aún hoy existen en la Plaza de los Mártires del 2 de Enero, cuyo nombre fue Plaza de Maximiliano durante la intervención francesa.
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