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La inundación de 1888
"Las lluvias –escribe el licenciado Francisco de A. Llerena- comenzaron a caer sin interrupción desde el día 6 de junio, siendo más o menos fuertes, pero siempre tenaces: esto, como fácilmente se comprende, complicaba la situación por la abundancia de las aguas que rebozaban en el río, y que pronto quedaría incapaz de contener mayor cantidad de agua".
"La noche del 18 de junio de 1888, entre 9 y 10, dio principio la terrible inundación de la ciudad, causada por las copiosísimas lluvias caídas en los cerros del noreste que hicieron desbordar el río (…) Las impetuosas corrientes subieron en algunas calles hasta 3 metros, arrasaron 117 manzanas con 2,232 casas y hubo 203 víctimas, sin contar las arrastradas por aguas y las que quedaron sepultadas en los escombros que no se pudieron remover (…) causaron mayor estrago y más espanto en los habitantes las detonaciones que producían las casas al desplomarse sobre el agua que las ocupaba, no menos que las exclamaciones de las personas que se habían salvado de ser aplastadas y que huían ocupando lo alto de los escombros, mientras estos eran también arrastrados. La profunda oscuridad y los detalles de una tempestad a deshora, cuando el auxilio humano es imposible, completan el cuadro del desastre, al que siguió la desnudez y el hambre de un gran número de desgraciados (…).
Pero consolador es registrar que no hubo población ni corporación de la república que no enviara donativos de dinero, ropa y alimentos para los inundados, y que personas y las juntas de ellas que se organizaron para distribuir los socorros cumplieron notablemente con sus tareas caritativas, sin que sea dable distinguir a quienes mejor lo hicieron en la prestación de sus servicios (…). Pedro González: "Geografía local del estado de Guanajuato".
Plaza Principal frente a lo que fue el Hotel Condesa días después de la inundación
Don Sóstenes Lira escribe al respecto: "Las aguas inundaron cerca de la mitad de la ciudad. Las casas destruidas ascendieron a más de dos mil, quedando algunas manzanas reducidas a un montón de escombros.
Cadáveres encontrados, 242, además de 1,400 personas desaparecidas.
Fueron más de 5,000 las familias que quedaron en la miseria. En números redondos las pérdidas se calcularon aproximadamente así: Comercio, $150,000; Agricultura, $450,000; Muebles, $200,000; Edificios, $1,000,000; Varios objetos, $300,000 (…)
Data de esta fecha el establecimiento de la colonia Guadalupe, que comenzó a poblarse por las víctimas de la inundación en terrenos de la Loma de la Soledad, comprados al Sr. Don José Gordoa por el Sr. Canónigo don Pablo Anda, quien levantó y ayudó a levantar las fincas de la referida colonia.
La junta central que duró siete años, levantó 2,200 casas en el tiempo indicado".
Cadáveres encontrados, 242, además de 1,400 personas desaparecidas.
Fueron más de 5,000 las familias que quedaron en la miseria. En números redondos las pérdidas se calcularon aproximadamente así: Comercio, $150,000; Agricultura, $450,000; Muebles, $200,000; Edificios, $1,000,000; Varios objetos, $300,000 (…)
Data de esta fecha el establecimiento de la colonia Guadalupe, que comenzó a poblarse por las víctimas de la inundación en terrenos de la Loma de la Soledad, comprados al Sr. Don José Gordoa por el Sr. Canónigo don Pablo Anda, quien levantó y ayudó a levantar las fincas de la referida colonia.
La junta central que duró siete años, levantó 2,200 casas en el tiempo indicado".
A pesar de las cuantiosas pérdidas materiales y humanas, la reconstrucción de la ciudad se realizó casi de manera inmediata, gracias a la ayuda que llegó a León desde todos los rincones del país, cuyas campañas de beneficio fueron lideradas desde la misma Presidencia de la República, a cargo del general Porfirio Díaz; del gobierno del estado bajo Manuel González, de la Jefatura Política de la ciudad encabezada por el general Manuel Orellana y de la propia diócesis leonesa bajo la mitra de don Tomás Barón y Morales.
Las tareas físicas y materiales de reconstrucción se realizaron, una vez más como en toda la historia de la ciudad, a iniciativa de la propia sociedad civil que se organizó en "faenas". El ejemplo de estas civiles de reconstrucción lo pusieron los estudiantes de la escuela secundaria.
Las aguas inundaron cerca de la mitad de la ciudad. Las casas destruidas ascendieron a más de dos mil, quedando algunas manzanas reducidas a un montón de escombros.
Escribe don Mariano González: "Es el tiempo de la reconstrucción de la urbe y de la reidentificación de sus habitantes (…) Es el tiempo de un nuevo florecimiento (…) Sin embargo es justo decir que este nuevo florecimiento que vivió la ciudad se vio también promovido por las circunstancias socioculturales que vivía el país en esos momentos, cuando la Pax porfiriana había comenzado a producir frutos importantes en los campos del desarrollo económico y cultural".
Fue después de esta catastrófica inundación que se llevó a cabo una de las obras más importantes para la salvaguarda de la ciudad: la construcción del murallón del río de los Gómez, un recio dique de mampostería con contrafuertes que se levantó en la ribera occidental de la corriente, desde lo que hoy es el Boulevard Hidalgo hasta el puente de la calzada, con una extensión de casi tres kilómetros.
El dique fue levantado siguiendo el diseño de Luis Long y cumplió eficazmente su función hasta 1926, año de la última gran inundación. Además, por su anchura de ocho metros, permitió la construcción de una calzada que, a partir de octubre de 1892, llevó el nombre de Paseo Colón y que hoy conocemos como Malecón del Río, que en 1970 y 1982 fue acondicionado como arroyo vehicular.
Calle Madero.
Para septiembre de 1889 el dique ya estaba terminado, al igual que el espléndido puente de tres arcos que comunicaba los barrios de Santiago y el Coecillo. La construcción del Puente Barón, como se le conoció, costó cerca de diez mil pesos y fue pagado por el mismo obispo Barón y Morales.
Este nuevo puente sustituyo a uno anterior, virreinal, que dejó inutilizado la avenida fluvial de 1888, cuyos reducidos arcos impidieron el libre tránsito de la corriente, favoreciendo el desborde del río en esa ubicación e inhabilitando gran parte de la estructura primitiva.
Desgraciadamente este también fue destruido, pero no por la corriente, sino por la estupidez humana en el segundo tercio del siglo XX. Por si esto fuera poco, en 1997 intentó ser reconstruido y sólo se consiguió erigir una triste caricatura de lo que fue.
Antiguo puente virreinal que destruyó la corriente y fue sustituido por el de Barón y Morales, construido por don Luis Long, que también fue destruido en el segundo tercio del Siglo XX.
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