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Los tranvías de mulas
El 7 de junio de 1882 se constituyó la Compañía de Tranvías del Centro, que compró amplios terrenos frente al Arco de la Calzada para establecer ahí las oficinas administrativas y la base para guardar los carros y las mulas. En aquel entonces el lugar era conocido como "Las Ventas de San Ramón".
"Según la leyenda urbana, al frente del Depósito de Tranvías había una pequeña estación de estructura metálica y techos de lámina con una banqueta de media luna para ajustar la vuelta de los carros tirados por mulas. De su corte sería constancia la forma de la cuadra irregular que puntea la calle Madero" (www.bonitoleon.com).
La primera línea de tranvías unió la lejana estación del tren con el centro de la ciudad y fue inaugurada el 27 de julio de 1882; más adelante las vías que salían de la Plaza Principal alcanzaron la Calzada, el Barrio Arriba, el Barrio de Santiago, El Coecillo, Santuario, el Parque y San Juan de Dios. Desde sus inicios y hasta los años veinte del nuevo siglo, las líneas de tranvías fueron administradas por don Luis Rico.
Cuenta don Federico Pöhls que ese medio de transporte se abordaba por edades, primero la gente mayor y luego los menores. "Toda la ciudad conocía y veía con familiaridad esos tranvías, que raudos, al galope de sus troncos de mulas, hacían el alegre recorrido, anunciado, aparte de la corneta del cochero y cascabeles de las bestias, por los gritos, risas y algarabía de los muchachos.
El 7 de junio de 1882 se constituyó la Compañía de Tranvías del Centro, que compró amplios terrenos frente al Arco de la Calzada para establecer ahí las oficinas administrativas y la base para guardar los carros y las mulas.
"¡Cuántas bajadas de "angelito" por la parte delantera, para volver a subir por la trasera! ¡Cuántas veces la hacíamos de cocheros, quitando las riendas al empleado! El conductor de los tranvías, Matías González, apodado por nosotros "El Pelicano", de tan grata memoria para todos, por su bondad y la paciencia que nos tuvo, pasaba las de Caín en cada viaje. Perforador en ristre nos pedía los abonos para cancelar el número del día.
-¡Te lo debo, Pelícano! Se oía frecuentemente.
-¡Te lo pago mañana! –No traigo abono!...
-¡Me gasté el tostón-...
"Y si acaso el buen Matías se ponía enérgico, se le perdía el sombrero y hasta el perforador.
"Seguro estoy que la Compañía de Tranvías del Centro no hizo dinero con nosotros, pues además de los gratuitos viajes que bondadosamente concedía Matías, el precio del abono no era para grandes beneficios. Cincuenta centavos costaba el papelito, bueno por veinticinco pasajes, es decir, a dos centavos viaje".
Estos tranvías también ofrecían el servicio de traslado de novios a las iglesias con el carro arreglado, y el apoyo a la agencia de inhumación para depositar los féretros en el Panteón San Nicolás. También había carros de carga sin techo para el tráfico de mercancía de la estación del ferrocarril al centro.
En 1921, a iniciativa de un grupo de leoneses encabezados por el regidor Filiberto Madrazo y el licenciado Adrián García, se entabló un juicio contra la Compañía de Tranvías, manifestando que "el pésimo servicio de tranvía era una vergüenza para la ciudad".
En 1926 quedó paralizado el servicio por órdenes del presidente municipal, quien mandó detener a las mulas y a los cocheros cuando salían de los depósitos. Esta medida fue tomada debido a que las autoridades recibían muchas quejas y pensaban que los animales no garantizaban seguridad, debido a su vejez y mala alimentación.
El 19 de mayo de 1926 se acordó la disolución de la compañía.
En 1921, a iniciativa de un grupo de leoneses encabezados por el regidor Filiberto Madrazo y el licenciado Adrián García, se entabló un juicio contra la Compañía de Tranvías, manifestando que "el pésimo servicio de tranvía era una vergüenza para la ciudad".
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